Con un año que registra la mayor cantidad de nieve del último tiempo, los centros de ski chilenos y argentinos han tenido que enfrentar las consecuencias de la pandemia y el cierre de fronteras.
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Hace más de una década que las montañas de Chile no contaban con tanta nieve, pero los centros de ski están cerrados. Y aunque no hay fecha para su apertura, la industria se resiste a dar por perdida la temporada.
“La esperanza es lo último que se pierde”, dijo a Efe el gerente de la Asociación de Centros de Ski de Chile (Aceski), Francisco Sotomayor, que agrupa a 12 de las 19 estaciones del país y representa el 95 % del mercado.
Si la curva de contagios sigue como hasta ahora, los centros confían en abrir sus puertas en agosto y tener una temporada de al menos 70 días, que está lejos de los 120 días que se completan en un buen año, pero que ayudaría a amortiguar las pérdidas.
“Hay algunos años que la nieve se ha alargado hasta octubre”, indicó Sotomayor.
“Esta temporada es bastante especial pues tenemos más nieve que en los últimos quince años”, agregó por su parte Jose Pablo García, director comercial de El Colorado y Parques de Farellones.
La industria ha elaborado un protocolo de seguridad para la vuelta a la pistas que está siendo revisado por el Gobierno y que reivindica que se trata de una actividad “muy segura”, que se practica al aire libre y en la que desde siempre todo el mundo lleva guantes, mascarillas y gafas por las condiciones climáticas.
“Los problemas no se generan en las pistas, sino en los accesos a los centros, en los embarques a los andariveles y en las cafeterías”, apuntó el gerente de Aceski, quien explicó que el protocolo incluye medidas como la venta online de los boletos o el funcionamiento de los telesillas al 50 % de su capacidad.
Pérdidas incalculables
Con 15.000 empleos directos e indirectos y 1,4 millones de visitantes al año entre nacionales y extranjeros, el ski representa cerca del 10 % del turismo nacional y genera 200 millones de dólares por temporada, según la asociación.
“Es un poco prematuro establecer las pérdidas, no sabemos si estarán en torno a 50 o 60 millones de dólares, va a depender de la fecha de apertura de los centros y de las fronteras”, admitió Sotomayor.
Los centros dan por seguro que este año apenas tendrán visitantes extranjeros -los brasileños son tradicionalmente los más mayoritarios- y confían en compensarlo con la demanda nacional.
“Seguiremos fiel a nuestros principios y mantendremos la montaña cerca de los santiaguinos, con determinadas promociones para aquellos que han visto disminuidos sus ingresos y nuevos productos para todos los que van a necesitar realizar deportes al aire libre”, aseguró García.
Desde Valle Nevado también descartan la subida de precios, pero piden al Gobierno planes específicos para relanzar el sector y promocionar a Chile como un destino internacional de esquí de cara a la próxima temporada.
“No se ha invertido lo suficiente. En los últimos años no se ha hecho nada especial y la promoción ha salido solo por parte de los centros”, lamentó el gerente general de Valle Nevado, Ricardo Margulis.
La montañas chilenas atraen cada invierno a miles de esquiadores profesionales del hemisferio norte y sus principales competidores son los centros del Sur de Argentina, con Bariloche, Las Leñas y Chapelco a la cabeza.
Para Aceski, Chile cuenta con una orografía que le diferencia de sus competidores y que hace que sus estaciones no estén tan aisladas y el esquí se pueda combinar con otras actividades turísticas.
“Uno puedo esquiar un día en el Volcán Osorno y al día siguiente irse de turismo a Chiloé. Tenemos que aprender a explotar mucho mejor esta ventaja comparativa”, concluyó Sotomayor.
Argentina da por perdida la temporada
Los Andes lucen blancos como pocas veces en los últimos años también en Argentina, pero la pandemia dejó las pistas vacías y a los centros invernales frente a una crisis con pérdidas sin precedentes.
Las vacaciones de invierno serán una “temporada perdida” coinciden los operadores del sector, cuya mayor preocupación hoy es cómo sobrevivir hasta 2021.
“En Argentina, el mundo de la nieve genera 5.000 puestos de trabajo directos y más de 65.000 indirectos. Hoy es una industria que está en crisis, que va a dejar de facturar más de 1.000 millones de pesos (13,4 millones de dólares) en el año y va a dejar de derramar más de 10.000 millones (134 millones de dólares)”, advirtió a Efe el presidente de la Cámara Argentina de Centros de Esquí y Montaña (CAEM), Pablo Torres García.
Algunos centros como Las Leñas, en Mendoza, decidieron directamente no abrir este año, mientras que otros esperan las autorizaciones oficiales para analizar si comienzan a funcionar sólo para los residentes locales, una operación motivada por la “responsabilidad social empresarial” más que por razones económicas ya que, señala Torres García, “poner en marcha un centro de esquí es más caro que no ponerlo en marcha”.
“Esta temporada 2020 la damos como una temporada nula, muerta para lo que es turismo en la nieve”, afirma el dirigente del sector y presidente de Cerro Bayo, el centro de esquí cercano a la localidad andina de Villa La Angostura, en la provincia de Neuquén.
El sector trabaja actualmente con el Gobierno nacional para obtener alivios económicos y financieros que le permita llegar a la temporada de 2021 y garantizar ayuda estatal al personal temporario, que representa cerca del 75 % de la fuerza laboral de los centros de esquí.
Aunque se presentaron los protocolos sanitarios para funcionar, con distanciamiento social y mascarillas de uso obligatorio, controles de temperatura y olfato, medios de elevación con capacidad reducida, desinfección constante y restaurantes con medidas de bioseguridad, aún no está claro si se permitirá su apertura.
“Tenemos 90 días para generar ingresos para 365, no es como un hotel que puedo pensar en el verano, o un restaurante”, apunta Torres García.
Bariloche en crisis
Argentina posee ocho grandes centros de ski sobre la cordillera de los Andes, en cinco provincias del oeste y la Patagonia, algunos de ellos elegidos año a año por los equipos europeos para entrenar durante el verano boreal, como es el caso del Cerro Castor de Ushuaia, en Tierra del Fuego.
El centro Catedral Alta Patagonia de San Carlos Bariloche, en tanto, es el más tradicional y el que congrega año a año a más turistas amantes de la nieve del país y del exterior, en su mayoría brasileños.
“Todos los años en junio y julio estamos rezando para que llegue la nieve y este año que no hay turistas tenemos más nieve que nunca. Es una sensación triste para todos porque miramos para afuera y está todo blanco y sin turistas, cuando otros años tenemos los turistas pero nos falta la nieve”, expresó a Efe la presidenta de la Cámara de Turismo de Bariloche, Belén García Bertone.
La ciudad de San Carlos de Bariloche, ubicada unos 1.500 kilómetros al suroeste de Buenos Aires y recostada sobre los Andes y el lago Nahuel Huapi, es uno de los principales destinos turísticos de Argentina durante todo el año, pero “julio siempre es el mes estrella” porque los visitantes que llegan en verano no gastan tanto como lo que genera el invierno y todo lo referente al ski, señala García Bertone.
Sin vuelos -suspendidos hasta el 1 de septiembre- y con las fronteras cerradas, el turismo parece inviable mientras la pandemia siga ensañada con el área metropolitana de Buenos Aires, la región más rica y poblada del país que emite el mayor número de turistas a los destinos domésticos.
Las autoridades locales estiman que Bariloche registrará en julio pérdidas por 48,5 millones de dólares en todo concepto (turismo, impuestos, servicios, etc), en una ciudad en la que casi el 90 % de sus puestos de trabajo registrados, casi 50.000, están relacionados con el turismo.
Con excepción de los restaurantes, que intentan sobrevivir con el sistema de entrega a domicilio, “la realidad de todo el resto es desesperante porque es imposible sostener tantos puestos de trabajo; los servicios y los impuestos siguen corriendo con cero ingresos”, admite García Bertone.
“Tenemos cierta esperanza de que en agosto por lo menos el turismo regional se active en cierta medida”, desea la empresaria.
Una situación similar se vive en otros destinos invernales como San Martín de los Andes y su centro de esquí Chapelco, y en el fin del mundo, Ushuaia, donde la temporada de esquí depende casi exclusivamente de la reanudación del transporte aerocomercial.